Es Pujol de s'Era. Formentera

Antes de adentrarnos en temas más otoñales, dejemos un último respiro al verano que pronto tocará a fin. Dejemos que nuestra mente se limpie, se evada, que nuestros sueños nos transporten a campos de cebada, aromas de romero, salitre en la lejanía. Vayamos a Formentera nuevamente de la mano de Marià Castelló.

Como os comentábamos aquí en su día ya descubrimos la obra de Marià Castelló en directo. Qué mejor ejemplo de su estilo constructivo adaptado al entorno y tradición insular que su propio estudio. Y como la misma isla, diferencias entre norte y sur. El norte, expuesto a los elementos, también es expuesto a la vista mostrando el estudio de arquitectura. El sur, refugiado de la tramuntana, acoge la vivienda.

De nuevo una geometría simple, 12 x 12 de termoarcilla revestida y hormigón armado, cristal y madera.

El estudio es una muestra de sencillez, eficacia y eficiencia. Espacio de almacenamiento que, al mismo tiempo, hace las veces de separación entre trabajo y vida.

Separación que une, en forma de núcleo de servicios para uno y otro lado, nexo de infraestructuras: librería, archivo, cocina, baño, armarios, instalaciones... Y paredes correderas, para deshacer la unión.

Vida que, sin embargo, no deja de estar presente en ningún momento gracias a los amplios ventanales que la conectan con el exterior y permiten la entrada de luz y del inquietantemente tranquilo paisaje de Formentera.

Vida, por otro lado, sencilla y también abocada al entorno. Savinas y romero entran a raudales por los ventanales meridionales, protegiendo la intimidad de la vivienda únicamente mediante tenues visillos blancos.

Mobiliario sobrio en ambos extremos. Madera de iroko, hormigón armado y blanco. Los mismos materiales tanto para interior como para exterior.

Sobriedad, armonía, artificio, orgánico. Flotar sobre las secas y casi inértes tierras de Formentera, apenas regadas por cuatro gotas de lluvia extraviadas.

Photos: Arkinetia